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Un buen cocinero... ¡Resuelve!

Foto del escritor: José IsabelJosé Isabel

Actualizado: 9 jul 2020

En las escuelas de cocina nos enseñan técnicas básicas, los fundamentos pero esta profesión no está exenta de ese refrán que hace alusión a que una cosa es la teoría y otra la práctica.



Un #cocinero al oír eso, siente que el viento lo transforma en algo como: nunca tendrás tantas hornillas o sartenes como los que necesitas jajajaja. Y es así porque los conocimientos que adquirimos en los cursos, escuelas, institutos o universidades, nos dan exactamente eso, conocimientos pero la forma en que aplicamos lo aprendido, eso es otra cosa.


Entre colegas existen innumerables anécdotas de como uno le dio de comer a 80 personas con una cocinita casi de juguete o como otro, hizo malabares para refrigerar en un contenedor de anime (foam) los ingredientes para que al día siguiente sus 50 comensales disfrutaran de una ensalada única. Está, el que convirtió un par de sartenes en un horno improvisado y también, el que retó a la naturaleza y cocinó una perfecta parrilla bajo un aguacero. La lista es interminable pero también las ganas que tenemos de cumplir con nuestro trabajo.


Hay ocasiones, en que incluso dejamos de lado el aspecto monetario. Son eventos o situaciones que se transforman en algo de honor.

Saber que estuviste casi en el suelo; que pudiste levantarte y salir victorioso utilizando cabeza fría e ingenio, nos motiva a seguir adelante. Muchas veces, como por cosas del destino, esas situaciones hacen que salga lo mejor de nosotros, son las que generan más comentarios positivos y retroalimentación de parte de nuestros comensales.


Cuando un cliente nos felicita; por haber realizado un servicio en su casa o al aire libre, no tiene idea de la cantidad de circunstancias que rodearon el éxito de dicho servicio.

Pero al fin y al cabo, de eso se trata nuestra profesión: de servir, de alagar, de satisfacer a nuestros clientes y amigos. De salir airosos ante situaciones en las que ellos entrarían en pánico. De ensuciarnos, de sudar y de oler a fritura mientras ellos están de punta en blanco y oliendo a Chanel. Si nosotros lo hacemos muy pero muy bien, quizás en algún momento de nuestra vida también podamos utilizar nuestro perfume favorito pero mientras llega ese momento, nos queda: seguir administrando las hornillas, seguir multiplicando los sartenes, seguir haciendo fuegos de la nada y seguir regalándole sonrisas y buenos momentos a nuestros comensales.

José Isabel | Cocinero

Junio 2020

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