Soy fiel creyente de que toda esta situación en algún momento pasará. También estoy completamente consciente de que aunque aparentemos regresar a la "#normalidad", esta nunca volverá a ser "normal" porque acciones que antes se dejaban sobreentendidas casi como respirar, después de que todo esto pase se tendrán que llevar a cabo con un poco más de cuidado.
Y es que parecen infinitos los escenarios en los que la rutina se verá alterada por una nueva realidad que esperamos sea temporal.
Recuerdo hace años atrás, escuchar a una persona algo neurótica decir en tono de broma que una de las cosas más antihigiénicas que ella observaba en la sociedad, era el acto de soplar las velitas al momento de cantar el cumpleaños. Y pensé en ese momento (años atrás) que me parecía algo extremista e incluso fuera de lugar debido a que dicha acción es prácticamente inherente al ser humano para los que celebramos los cumpleaños con fiesta y pastel.
Ese momento en que domamos al fuego (aunque apenas sea sobre un pequeño pastel), es asombroso, algo mágico para un niño y si extendemos un poquito el pensamiento, es un momento glorioso inclusive para sus padres.
Recuerdo pensar - unas cuantas microgotas de saliva no le hacen daño a nadie - es más, de seguro la temperatura que genera la velita (o su conjunto, según sea el caso) puede purificar jajajaja los microbios que pudiera contener la saliva de un inocente niño. Yo, estaba equivocado y la chica no estaba tan errada del todo.
Tiempo después y bajo la sombra del coronavirus, he reflexionado muchísimo al respecto. Entiendo que como ese, hay un sin fin de ejemplos y que ese niño al que hago alusión puede que seas tú o puede que sea yo. El pastel, símbolo de superficies, utensilios y áreas comunes. Y la fiesta de cumpleaños, una inofensiva fiesta de cumpleaños representa la gran cantidad de acciones diarias de trabajo, de reuniones, de diversión, de esparcimiento... De vivir el día a día.
Desde principios de este año, las fiestas cada vez son menos. Los pasteles cada vez más y más pequeños simplemente porque cada vez hay menos y menos invitados. Las velitas se han ido apagando una a una y los ojos de los niños y de algunos adultos han cambiado su brillo por lagrimas. Son días de silencios, de pausas e incertidumbre. Pero también de esperanzas, de aires de cambios y para bien o para mal, en muchos aspectos de un nuevo comienzo.
Por ahora, cuidémonos los unos a los otros porque próximamente vendrán fiestas, muchas fiestas, todos nos volveremos a reunir y ya veremos que nos inventamos para apagar las velitas...
José Isabel | Cocinero
Junio 2020
Comments